El Pino del Sombrero pertenece a la especie Pinus Nigra (Pino Laricio). Se encuentra entre campos de cultivo de secano, por lo que desde su origen, los agricultores de La Yesa vieron algo especial en este árbol y decidieron salvarlo de su tala permitiéndole crecer, para así convertirse con el paso de los años en el árbol tan especial que tenemos la suerte de contemplar en nuestros días.

Su nombre se debe a la peculiar forma de su copa que se asimila a un sombrero, formando una cubierta natural que ha sido aprovechada como protección por personas y ganado ante el riguroso clima continental donde vive, ya que el árbol se sitúa a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. De hecho, su inusual forma aplastada se debe a que es castigado por los fuertes vientos que se manifiestan en los fríos inviernos, en los cuales, ocasionalmente la nieve se acumula en sus ramas provocando con su peso el hundimiento de la copa hasta el punto de que las ramas toquen el suelo.

Cuenta la leyenda que el Pino Sombrero se enamoró de La Yesa según fue creciendo y por eso tiene esa forma tan particular. Sus ramas se extienden, se alargan y crecen ansiando, algún día, sus casas poder tocar. Mientras tanto, se consagra como símbolo del acercamiento entre distancias y hace pensar que nada ni nadie está lo suficientemente lejos para no poderse alcanzar.